NOTAS SOBRE GLOBALIZACI�N

NOTAS SOBRE GLOBALIZACI?N

Galo Viteri D�az

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CAPITULO VI. GLOBALIZACI�N FINANCIERA

La �globalizaci�n financiera�, es a no dudarlo, una de las manifestaciones m�s evidentes del proceso de globalizaci�n actual y con mayor impacto en la econom�a mundial, de ah� la necesidad de profundizar en su an�lisis particular.

A este efecto, es importante definir en primer lugar dicho t�rmino. Al respecto, Bustelo(48) conceptualiza a la globalizaci�n financiera como �la creciente dependencia financiera mutua entre los pa�ses del mundo ocasionada por el cada vez mayor volumen y variedad de las transacciones transfronterizas de flujos de capital�.

Para Aglietta(49) la globalizaci�n financiera �es el nombre que se atribuye a las transformaciones que han afectado los principios de funcionamiento de las finanzas. Se trata de profundas transformaciones que asocian de manera muy estrecha la liberalizaci�n de los sistemas financieros nacionales y la integraci�n internacional�.

Cafiero(50) define a la globalizaci�n financiera como �la intensificaci�n de las interconexiones entre los sistemas bancarios y los mercados financieros nacionales, que conducen a la aparici�n de un espacio financiero mundial�.

Frenkel(51) dice que la globalizaci�n financiera �es un proceso hist�rico en dos dimensiones. En una, la globalizaci�n est� representada por el creciente volumen de transacciones financieras a trav�s de las fronteras. En la otra, por la secuencia de reformas institucionales y legales que se fueron realizando para liberalizar y desregular los movimientos internacionales de capital y los sistemas financieros nacionales�.

En segundo lugar, resulta fundamental conocer cuales fueron los factores que impulsaron la globalizaci�n financiera en la posguerra y su aceleraci�n en los a�os 90.

Sobre el particular, Salgado(52) identifica tres factores:

i) Internacionalizaci�n de la producci�n

La internacionalizaci�n de la producci�n, consiste en la tendencia muy marcada desde principios de los a�os sesenta, esto es en la posguerra, a que una parte significativa de la producci�n industrial de los pa�ses industrializados se realice fuera de sus fronteras nacionales.

Mientras hacia 1900, lo caracter�stico de las relaciones econ�micas internacionales era el comercio exterior, es decir, el intercambio de mercanc�as entre los diferentes pa�ses; entre 1900 y 1950 lo nuevo fue la exportaci�n de capitales hacia la explotaci�n de recursos naturales. En la posguerra, lo nuevo fue la trasnacionalizaci�n o internacionalizaci�n de la producci�n, a trav�s del desplazamiento de las actividades productivas fuera de las fronteras del pa�s de origen del capital.

La internacionalizaci�n de la producci�n empuja hacia la globalizaci�n de la econom�a debido a que la presencia de las empresas trasnacionales debilita el control de la econom�a nacional por parte de los Estados, gracias a los instrumentos de pol�tica tradicionales, especialmente por el monto de los recursos que concentran las empresas trasnacionales, a las que hay que sumar los bancos trasnacionales.

La presencia de las empresas trasnacionales cambi� la naturaleza de los movimientos internacionales de mercanc�as y de capitales. En realidad, con el avance de la divisi�n de tareas entre filiales de empresas trasnacionales, el comercio intrafirma, esto es, entre subsidiarias de empresas trasnacionales, alcanz� un mayor peso en el comercio exterior de los pa�ses en los que est�n situadas dichas empresas. Los precios de los productos objeto de intercambio no se rigen necesariamente por las leyes del mercado, siendo muy comunes las pr�cticas de sobre o subfacturaci�n, seg�n los objetivos de las empresas.

De igual forma, los movimientos de capitales entre pa�ses son de dif�cil control por parte de las autoridades nacionales, ya que las empresas tienen una variedad de mecanismos de transferencia de recursos a sus subsidiarias. As�, el control de cr�dito en un pa�s puede tener efectos contraproducentes con el objetivo estatal buscado porque las empresas trasnacionales pueden obtener ese cr�dito en el exterior mediante sus subsidiarias.

ii) Internacionalizaci�n y desregulaci�n financieras

La internacionalizaci�n y desregulaci�n financieras fue impulsada por la internacionalizaci�n de la producci�n con la presencia de las empresas trasnacionales y sus subsidiarias. La creciente demanda de cr�dito de corto y largo plazo por parte de las empresas trasnacionales, que en los a�os 50 y 60 fueron principalmente de origen americano, as� como el dep�sito de sus fondos superavitarios, impuls� al desarrollo de los euromercados.

Los bancos norteamericanos buscando dar sus servicios a sus clientes, las subsidiarias de las empresas de origen americano, abrieron sucursales en el exterior, lo que aceler� la trasnacionalizaci�n bancaria. La presencia de las empresas y bancos trasnacionales estimul� un proceso amplio de desregulaci�n, en la medida en que las autoridades vieron reducida su capacidad de control de los movimientos de capitales. Inclusive se registr� una cierta competencia entre los pa�ses por eliminar m�s r�pidamente las regulaciones, por temor a las masivas salidas de capitales registradas en los pa�ses que persist�an en conservarlas, proliferando las zonas off-shore.

Desde el inicio de los a�os setenta, la libertad de circulaci�n de capitales fue considerada como un objetivo de la pol�tica econ�mica, en contraste con la actitud de las autoridades monetarias en la inmediata posguerra en que exist�a el consenso de que hab�a que desalentar e impedir incluso los movimientos de capital que no estuvieran vinculados con el comercio o con las inversiones extranjeras directas. Como resultado del movimiento amplio de desregulaci�n, los movimientos financieros internacionales se expandieron a mayor velocidad que el comercio exterior. As�, en 1992, el valor de los flujos financieros internacionales fue cuarenta veces superior al valor de los intercambios comerciales.

El hundimiento de Bretton Woods en 1971 aceler� la desregulaci�n, al declarar el Presidente Nixon la inconvertibilidad del d�lar, acentu�ndose mucho m�s en el segundo quinquenio de los a�os ochenta y noventa, a tal punto que la legislaci�n financiera de los pa�ses pas� a ser incluso, objeto de negociaciones y acuerdos internacionales, como son los casos del Acuerdo de Libre Comercio entre Canad� y Estados, el NAFTA -Acuerdo de Libre Comercio de Norteam�rica- que incluye a M�xico, adem�s de Canad� y Estados Unidos y la Comunidad Europea.

iii) Cambios tecnol�gicos en comunicaciones y electr�nica

La internacionalizaci�n financiera fue impulsada fuertemente por los avances tecnol�gicos, en particular en el campo de las telecomunicaciones, el procesamiento de datos y la electr�nica. Dichos avances permitieron efectuar operaciones entre distintos mercados, superando las barreras de tiempo y espacio, difundir informaci�n con mayor rapidez y a menor costo y mejorar significativamente los mecanismos de pagos entre pa�ses. Al reducirse los costos y el tiempo en el que se realizan las transacciones financieras, los mercados se aproximaron m�s todav�a.

Las innovaciones tecnol�gicas dieron tambi�n impulso a las innovaciones financieras, esto es a la creaci�n de nuevos productos financieros que permitieron superar las regulaciones existentes, inutiliz�ndolas a�n antes de su eliminaci�n. En s�ntesis, las innovaciones tecnol�gicas en telecomunicaciones y electr�nica abarataron el costo de las transacciones, contribuyeron a la creaci�n de nuevos productos financieros, inutilizando regulaciones a�n vigentes y facilitaron la interconexi�n de los mercados.

La desregulaci�n y liberalizaci�n de los movimientos de capital a nivel internacional registrada desde los a�os ochenta, dio un decisivo impulso a la globalizaci�n de los mercados financieros, esto es a su integraci�n en un s�lo mercado global interconectado.

Profundizando sobre la cuesti�n, Garc�a(53) se�ala:

El proceso de globalizaci�n de los mercados financieros ha constituido uno de los desarrollos m�s espectaculares, por su intensidad, velocidad y consecuencias, acaecidos en la econom�a mundial a lo largo del siglo XX. Si bien el proceso se inicia a finales del decenio de los cincuenta con la apertura del euromercado, el impulso definitivo se produce en el decenio de los setenta y se profundiza en las dos posteriores. Los factores que de manera habitual se consideran desencadenantes del proceso pueden resumirse en los siguientes:

1) la quiebra del sistema de Bretton Woods que consagr�, por un lado, el papel de los mercados financieros como proveedores de la oferta monetaria y, por consiguiente, su posici�n hegem�nica en el contexto internacional y, por otro, la libre flotaci�n de los tipos de cambio;

2) el reciclaje del gigantesco volumen de liquidez originado por el dep�sito de grandes cantidades de d�lares, obtenidos por los pa�ses �rabes como consecuencia del alza del precio del petr�leo, en los bancos de los pa�ses desarrollados;

3) la consolidaci�n de posiciones ideol�gicas liberalizadoras tanto en Reino Unido como en Estados Unidos y el fracaso de los intentos por retardar e incluso revertir el proceso;

4) la desorganizaci�n de los mercados de materias primas;

5) la irrupci�n de las corporaciones transnacionales en los mercados financieros que, con el car�cter sobre todo internacional de sus operaciones, con sus necesidades de desarrollo de nuevos y m�s refinados productos financieros, con sus pol�ticas de precios de transferencia tendientes a minimizar su carga fiscal y con su capacidad para influir en las decisiones de pol�tica econ�mica nacionales e internacionales, provocaron un fuerte impulso del proceso, y

6) la necesidad de los estados nacionales de financiar sus crecientes d�ficit presupuestarios por medio de la solicitud de pr�stamos y de la emisi�n de deuda en los mercados internacionales, en un intento por no agravar las tensiones inflacionarias en sus respectivas econom�as monetizando sus d�ficit en sus respectivos mercados nacionales.

En este orden de ideas, Frenkel(54) sit�a el inicio del proceso de globalizaci�n financiera entre 1971 y 1973, cuando Estados Unidos liber� la atadura del d�lar al oro y se adopt� la flotaci�n de las monedas de los principales pa�ses desarrollados. A partir de entonces se dio una secuencia de liberalizaciones y desregulaciones de los movimientos internacionales de capital y de los sistemas financieros nacionales. La competencia en el mercado cumpli� un rol fundamental como impulsor, de manera que los procesos de liberalizaci�n de los flujos financieros entre pa�ses y de los sistemas nacionales se incentivaron mutuamente. La emergencia de nuevos negocios internacionales presion� para conseguir la disminuci�n de costos y regulaciones menores en el �mbito nacional. De forma inversa, oportunidades nuevas abiertas en algunos pa�ses incentivaron la desregulaci�n de las transacciones entre pa�ses. Paralelamente a la secuencia de reformas hubo un crecimiento r�pido del volumen de transacciones financieras a trav�s de las fronteras.

Aglietta(55) manifiesta que en el transcurso de la d�cada del setenta tanto las presiones sobre el d�lar como los choques petroleros y el aumento desigual de la inflaci�n en los pa�ses de la OCDE, se conjugaron para transformar el sistema monetario internacional. Se pas� de un sistema regulado por los gobiernos bajo control de los movimientos de capitales a un sistema movido por los mercados, que liber� los flujos internacionales de capital. Los condicionamientos de las balanzas corrientes eran estrictos de acuerdo a las reglas de Bretton Woods, toda vez que los d�ficit estaban financiados por las reservas oficiales de cambio en condiciones de cambio fijo; en tanto que, en el sistema actual, los d�ficit son financiados por el cr�dito internacional de los bancos y mercados de t�tulos, por lo que los condicionamientos pasan por los juicios que los inversores financieros puedan formarse con relaci�n a la sustentabilidad de las deudas externas.

De otra parte, se�ala que los cada vez m�s sofisticados mecanismos financieros que manejan los flujos de capitales tejen una integraci�n financiera de la econom�a mundial m�s estrecha cada vez. Pero tanto la diversificaci�n de los instrumentos de colocaci�n y pr�stamo como la aparici�n de mercados derivados, son procesos originados en el cambio de los sistemas financieros nacionales, constituyendo la modificaci�n del r�gimen monetario el factor principal desencadenante de estos procesos. Se asisti� a una aceleraci�n y posteriormente a una desaceleraci�n de la inflaci�n, las dos de gran amplitud, dando lugar a un fuerte incremento de las tasas de inter�s reales. Sin embargo, a causa de la inercia de las anticipaciones, las tasas reales anticipadas, luego despu�s de haber superado las tasas realizadas en la ola creciente de la inflaci�n, se encontraron por debajo de las tasas realizadas en la ola descendente. Se pas�, entonces, de un r�gimen favorable a los deudores a un r�gimen favorable a los acreedores. Se invirti� la naturaleza de los riesgos dominantes: desvalorizaci�n de los patrimonios financieros que no estaban indexados perfectamente en el primer caso, degradaci�n de la calidad de las deudas en el segundo. La b�squeda de una protecci�n contra el riesgo principal condicion� las formas de la innovaci�n financiera: se trat� de instrumentos de protecci�n del valor de los patrimonios privados en el r�gimen de los deudores; en el r�gimen de los acreedores, de forma paralela, de instrumentos de reducci�n del costo de las deudas y transferencia de los riesgos.

Cuando la pol�tica monetaria, indica, se hizo deflacionaria, los gobiernos buscaron medios de financiamiento no monetarios, en tanto que los d�ficit aumentaban r�pidamente con los costos crecientes de la protecci�n social y el servicio de la deuda. Se orientaron a la promoci�n de t�tulos p�blicos que fueran atractivos para los ahorristas. Los mercados de t�tulos p�blicos se transformaron en bases de los mercados de capitales: tasas de inter�s rectoras en la formaci�n de los precios de los activos, colocaci�n de referencia en las estructuras de las carteras diversificadas, haberes refugiados en episodios de deterioro de la confianza.

Apoy�ndose en estas modificaciones macroecon�micas, dice, una evoluci�n estructural a largo plazo cambi� la naturaleza de los activos financieros buscados por los agentes no financieros. Es innegable que a partir de la d�cada del ochenta el motor de la liberalizaci�n financiera es el comportamiento interno en el campo de altas tasas de inter�s de mercado. Como las tasas de ahorro no progresaron de forma tendencial, ha sido gracias al incremento de los precios reales de los activos que componen la riqueza como �sta ha evolucionado m�s r�pido que el ingreso. La alta remuneraci�n del ahorro, en forma de aumentos de capital, es una caracter�stica determinante del capitalismo patrimonial contempor�neo.

Los factores analizados, concluye, han transformado totalmente la concepci�n de las finanzas en sus estructuras, comportamientos y regulaciones. Los inversores institucionales (fondos de pensi�n o fondos comunes de inversi�n) se han convertido en los agentes financieros que cumplen el papel de mayor trascendencia en las colocaciones de capital.

En este mismo orden de ideas, Coq Huelva(56) manifiesta que a partir de los a�os setenta no solamente se "rompen" los acuerdos de Bretton Woods, esto es, el orden monetario vigente en el per�odo de expansi�n post-b�lico, sino que entra tambi�n en crisis la regulaci�n bancaria y financiera existente hasta ese momento. Se trataba, en general, de la regulaci�n bancaria impulsada en pr�cticamente todos los pa�ses desarrollados luego de la crisis de 1929. Estas legislaciones se conservaron en t�rminos generales hasta inicios de los a�os setenta. Se fundamentaban en la imposici�n de restricciones fuertes a la actividad bancaria (prohibici�n de la remuneraci�n de dep�sitos, l�mites a la intervenci�n en mercados de capital, l�mites a la competencia bancaria, coeficientes obligatorios de caja e inversi�n, etc.). Ello supon�a la existencia, a partir de la intervenci�n p�blica, de varias restricciones a los procesos de creaci�n de dinero bancario. Al entrar a partir de los a�os setenta, en una din�mica de eliminaci�n de muchas de las restricciones vigentes sobre los mecanismos de captaci�n de recursos, sobre las garant�as para la concesi�n de cr�ditos y sobre el coste final del endeudamiento, es claro que, con ello, se estimulaba una mayor y m�s f�cil creaci�n de dinero. En consecuencia, con la eliminaci�n de la mayor parte de las restricciones y regulaciones heredadas de la crisis de los treinta, se entra en un acelerado proceso de liberalizaci�n que va a tener una serie de impactos evidentes sobre la capacidad del sistema financiero de crear medios de pago.

Menciona que la liberalizaci�n financiera, vinculada a la desaparici�n del cuadro de regulaci�n post-b�lico, se encuentra ligada a un proceso fuerte de innovaci�n presente desde inicios de los setenta en los principales mercados de capital. Desde esa fecha, se asiste a la creaci�n de una diversidad de nuevas formas de activos financieros. Sin duda, la novedad m�s significativa es el desarrollo de los derivados (futuros, opciones etc.), pero tambi�n la diversificaci�n de las modalidades de obligaciones. Este aumento de la posibilidad de emisi�n de t�tulos negociables en los mercados est� tambi�n en la l�nea de favorecer los procesos de creaci�n de dinero. Al poder emplearse muchos de los nuevos activos creados como garant�as de nuevos pr�stamos, vuelven a verse favorecidas las posibilidades de aumentar el dinero en circulaci�n. En este sentido, por distintas v�as, el cambio en el modelo de regulaci�n financiero est� en el origen de la entrada en un per�odo de abundantes medios de pago. Esto constituye un fundamental cambio respecto al per�odo precedente. Si la anterior regulaci�n daba lugar a una escasez relativa de dinero, como resultado de las fuertes restricciones impuestas al cr�dito, el nuevo modelo desregulado da lugar a un sistema donde el acceso a los medios de pago es mucho m�s directo.

Para Urionabarrenetxea, Ba�ales y Garc�a(57) el gran desarrollo del proceso de globalizaci�n financiera a partir de la d�cada de los ochenta obedece a:

i) Procesos generalizados de liberalizaci�n financiera por parte de las autoridades que hicieron factible el traslado del capital de unos mercados financieros a otros.

ii) Traslado r�pido del capital fronterizo y sin excesivos costos adicionales gracias al avance en las tecnolog�as de la informaci�n y la comunicaci�n.

iii) Creaci�n y mejora de nuevos instrumentos financieros que permiten tanto una mayor cobertura de los riesgos adicionales potenciales a los que el inversor pueda estar expuesto en su actividad internacional como un aumento de las operaciones de arbitraje y de especulaci�n en el �mbito mundial, con el consiguiente mejoramiento en la eficiencia de los mercados internacionales.

iv) Incremento, tanto en n�mero como en patrimonio gestionado, de los inversores institucionales que disponen de mejores recursos financieros e informacionales, para actuar en un entorno global.

Kanoui(58) considera que los motores de la globalizaci�n financiera en los a�os 80 pueden resumirse a lo que algunos denominan las �tres D�:

- des-intermediaci�n (crecimiento de las finanzas directas y fin del papel de los bancos como intermediarios);

- des-regulaci�n de los mercados financieros (desmantelamiento de las trabas con respecto a flujos de capitales y operaciones monetarias);

- de-cerramiento (apertura) de los mercados.

En tercer lugar, es importante conocer sobre los indicadores de la globalizaci�n financiera. Ferrer(59) presenta algunas cifras al respecto:

i) El acervo de pr�stamos internacionales netos de los bancos de los pa�ses desarrollados ascend�a, a finales de 1997, a 5.3 billones de d�lares, siendo el crecimiento de este segmento del mercado financiero m�s r�pido que el de la econom�a real. A inicios de la d�cada del sesenta, los pr�stamos bancarios internacionales netos significaban el 6.2% de las inversiones de capital fijo en el mundo, superando esa relaci�n el 130% en 1999;

ii) Los inversionistas institucionales (fondos de pensi�n, compa��as de seguros y de inversi�n), en diciembre de 1998, pose�an activos totales por 21 billones de d�lares, de los cuales correspond�a a entidades estadounidenses casi el 50%;

iii) Las operaciones del mercado de derivados, desde inicios de la d�cada del noventa, aumentaron cuatro veces. En diciembre de 1998, el acervo de operaciones con derivados ascend�a a 40 billones de d�lares, equivalentes a 1.5 veces el producto total de la econom�a mundial; y,

iv) Los mercados de divisas alcanzaron proporciones extraordinarias. Las transacciones diarias, de las cuales m�s del 60% correspondieron a los operadores de Estados Unidos y el Reino Unido, alcanzaron 1.6 billones de d�lares, monto superior al PIB anual de toda Am�rica Latina. De las operaciones en los mercados cambiarios del mundo, el 95% son movimientos financieros y solamente el 5% cancelaci�n de transacciones reales de comercio de bienes y servicios e inversiones privadas directas. En diciembre de 1997, las reservas de todos los bancos centrales del mundo ascend�an a 1.6 billones de d�lares, magnitud igual a las operaciones de los mercados cambiarios en un solo d�a.

Bustelo, Garc�a y Olivi�(60) presentan una selecci�n de datos que resulta muy ilustrativa:

La inversi�n directa extranjera (IDE) se increment� de una media anual de 50.000 millones de d�lares en 1980-85 a 318.000 millones en 1995, a 400.000 millones en 1997, a 660.000 millones en 1998 y a 827.000 millones en 1999. Los flujos anuales de IDE pasaron, en proporci�n de la inversi�n bruta mundial, del 2% en 1985 al 5% en 1995 y al 7% en 1997. El stock de IDE aument� del 6% del producto bruto mundial en 1985 al 10% en 1995 y al 13% en 1997. Seg�n el Banco de Pagos Internacionales (BPI), las transacciones transfronterizas de activos financieros (acciones y obligaciones) supon�an menos del 10% del PIB de Francia, Alemania, Estados Unidos y Jap�n en 1980. En 1997, alcanzaron m�s de 300% del PIB en Francia, m�s de 250% en Alemania, m�s de 200% en Estados Unidos y cerca de 100% en Jap�n. Adem�s, el intercambio diario medio de divisas ha pasado de 15.000 millones de d�lares en 1973 a 80.000 millones en 1980, a 500.000 millones en 1990, a 1,3 billones en 1995 y a 2 billones en 1998, lo que supone 100 veces el valor del comercio internacional. Ese intercambio es, por a�adidura, principalmente a corto plazo: 82% tiene un vencimiento inferior a siete d�as y 43% tiene un vencimiento inferior a dos d�as. El crecimiento del mercado de productos financieros derivados ha sido explosivo. Su valor total (opciones, futuros y productos combinados) ha pasado de 1 bill�n de d�lares en 1986 a 56,5 billones en 1995. Los �ltimos datos disponibles sugieren que podr�a haber alcanzado unos 360 billones en 1998, esto es, 12 veces el producto bruto mundial (estimado en 30 billones de d�lares en ese a�o).

Otra informaci�n(61) se�ala que el stock total de activos financieros circulando por el mundo (dep�sitos en los bancos, deuda p�blica o privada y acciones), creci� de U$S12.000 billones en 1980 a U$S119.000 billones en el 2004, es decir, casi tres veces el PBI mundial.

En cuarto lugar, hay que conocer sobre los principales cambios estructurales ocurridos en los mercados financieros en el transcurso de los �ltimos a�os.

Correa(62) proporciona un detalle de las modificaciones sucedidas:

i) Acortamiento de los plazos en dep�sitos e instrumentos financieros, con el desarrollo de un mercado secundario activo de t�tulos que ha desdibujado la distinci�n entre las nociones de circulante;

ii) Cambio en los fondos bancarios a pasivos con remuneraci�n y provenientes fundamentalmente de los mercados monetarios. El crecimiento de la titulaci�n del cr�dito y de las operaciones fuera de balance de los bancos, particularmente con la utilizaci�n de instrumentos derivados y la administraci�n y el comercio de t�tulos, ha cambiado la estructura de los ingresos de los bancos desde los m�rgenes hacia las comisiones;

iii) Gradual desaparecimiento de las fronteras que separaban a la banca de dep�sito de la de inversi�n. En forma paralela al fortalecimiento de la actividad de los fondos de inversi�n y capitales, se aprecia el declinamiento del cr�dito en los mercados y el crecimiento de los fondos de inversi�n con un elevado grado de concentraci�n de activos financieros en manos de unos pocos administradores con capacidad de movilizar vol�menes grandes de activos en plazos muy cortos, provocando la desestabilizaci�n de econom�as (Tailandia por ejemplo) y monedas;

iv) Crecimiento r�pido del volumen y tama�o de las transacciones financieras. El creciente desarrollo de las operaciones bancarias fuera de balance ha estrechado los lazos entre los intermediarios financieros, concentr�ndose m�s a�n el manejo de los mercados, con una tendencia importante al fortalecimiento de verdaderos megaconglomerados financieros;

v) Mayor complejidad de los problemas de supervisi�n financiera, torn�ndose la calificaci�n de los niveles de riesgo y las posibilidades de intervenci�n de las autoridades financieras m�s dif�ciles;

vi) La deuda de los gobiernos ha sido uno de los sustentos m�s importantes para el crecimiento de los activos financieros, siendo las tasas de inter�s ofrecidas por dichos t�tulos el instrumento privilegiado para conseguir objetivos en materia cambiaria. Estados Unidos, en particular, ha tenido que mantener tasas de inter�s de los instrumentos gubernamentales mucho m�s altas que Alemania y Jap�n, especialmente en la segunda mitad de los a�os ochenta y noventa, con la finalidad de impedir una masiva salida de activos financieros de su mercado y poder continuar financiando sus d�ficit; y,

vii) Creciente incapacidad de los estados nacionales para regular las actividades de los grandes conglomerados financieros, siquiera para supervisar los niveles de riesgo de sus diferentes operaciones, cuestionando toda posibilidad de que las autoridades financieras contengan una crisis sist�mica, situaci�n que ha sido posible a trav�s de crecientes niveles de liquidez originados por los propios intermediarios.

Griffith-Jones(63), se refiere a cinco tendencias de las finanzas internacionales:

i) Mercados de capitales crecientemente globalizados e integrados, con la particularidad de que la articulaci�n de los mercados financieros nacionales es mayor que la articulaci�n global de las estructuras productivas nacionales, debido a que el crecimiento r�pido de los flujos internacionales de capital ha sido m�s veloz que el crecimiento del comercio y la inversi�n extranjera directa;

ii) Marcado crecimiento en todos los pa�ses del tama�o y la influencia de los mercados financieros, enorme incremento del negocio en todos los mercados de t�tulos, con significativo ascenso del valor de las transacciones financieras sobre el PNB en los principales pa�ses;

iii) Tendencia a la desaparici�n de las separaciones tradicionales funcionales, de manera particular entre actividades bancarias y de t�tulos; de forma que la disminuci�n de los m�rgenes de intermediaci�n, el descenso de los dep�sitos no remunerados, la reducci�n de la demanda de cr�ditos bancarios con respecto a otras f�rmulas de financiaci�n directa, han impulsado a los bancos a involucrarse en el negocio de t�tulos, lo que implica m�s riesgo y es menos regulable;

iv) Gran expansi�n de los instrumentos financieros disponibles, buena parte de los cuales son muy sofisticados y de riesgo dif�cil de evaluar; y,

v) Institucionalizaci�n de los ahorros, impulsadora de la creciente complejidad del mercado y del incremento de la internacionalizaci�n.

Otra informaci�n ilustrativa al respecto(64), menciona la consolidaci�n del proceso de internacionalizaci�n financiera caracterizado por:

i) Fuerte desregulaci�n y liberalizaci�n financiera;

ii) Volatilidad e inestabilidad de las econom�as. Elevada vulnerabilidad frente al efecto de shock interno y externo;

iii) Considerable desarrollo y conexi�n de los mercados de capitales y divisas;

iv) Cambio en el patr�n de financiamiento a favor de los t�tulos valores;

v) Incremento sin precedentes de la actividad especulativa a nivel internacional;

vi) Notable y sostenido auge de la innovaci�n financiera sustentado en nuevos productos y procesos;

vii) Predominio indiscutible de los grandes bancos comerciales, las empresas transnacionales e inversionistas institucionales en las transacciones financieras internacionales;

viii) Concentraci�n de los flujos financieros en los pa�ses altamente industrializados;

ix) Acelerada expansi�n de la inversi�n extranjera directa;

x) Primac�a del d�lar como moneda de reserva y curso forzoso, medio de pago y unidad de cuenta;

xi) P�rdida de funciones monetarias del FMI;

xii) Fuerte proceso de privatizaci�n, que destruye las bases productivas de los Estados a trav�s de la desvalorizaci�n de los activos productivos y su posterior venta al capital extranjero; y,

xiii) Disminuci�n del gasto p�blico, privilegi�ndose el pago del servicio de la deuda en detrimento del gasto social.

Le�n(65) destaca, entre los principales cambios sucedidos en los mercados financieros internacionales en las �ltimas d�cadas, los siguientes:

i) Reducci�n de los plazos en dep�sitos e instrumentos financieros, y el desarrollo de un mercado secundario de t�tulos m�s activo.

ii) Desaparici�n de las fronteras que separaban a la banca de inversi�n de la banca de dep�sito.

iii) Consolidaci�n de la actividad de los fondos de inversi�n con un elevado grado de concentraci�n de activos financieros en pocos administradores, quienes pueden movilizar grandes vol�menes de activos en plazos muy cortos, desestabilizando monedas y econom�as (como sucedi� en Inglaterra, M�xico, Sudeste Asi�tico y Rusia).

iv) Crecimiento r�pido del volumen y tama�o de las transacciones financieras. El desarrollo de operaciones bancarias fuera de balance ha estrechado los lazos entre diferentes intermediarios financieros, concentr�ndose en unos cuantos el manejo de los mercados, lo cual ha fortalecido la tendencia a la conformaci�n de grandes megaconglomerados financieros.

v) Profunda complejidad de los problemas de supervisi�n financiera y dificultad en la cualificaci�n de los niveles de riesgo y las posibilidades de intervenci�n de las autoridades financieras a pesar de las previsiones y la insistencia que mantienen los organismos financieros, tales como el Banco de Pagos Internacional, el FMI y el Banco Mundial.

vi) Aumento considerable de la incapacidad de los estados nacionales para regular la actividad de los grandes conglomerados financieros en la supervisi�n de los niveles de riesgo de las diferentes operaciones, dificultando las posibilidades que tienen las autoridades financieras de frenar las crisis financieras sist�micas.

A�ade que la liberalizaci�n financiera se ha traducido en la desregulaci�n de los mercados financieros globales, es decir, de las tasas de inter�s, la supresi�n de los controles sobre el cr�dito, la eliminaci�n de las barreras a la entrada en el sector, la concesi�n de una autonom�a mayor a las instituciones financieras, la privatizaci�n de los bancos p�blicos, la apertura a los flujos de capital extranjero y, en muchos casos, la flexibilizaci�n de las tasas de cambio.

Indica que otra caracter�stica del proceso de desregulaci�n financiera ha sido la generaci�n de crisis financieras, bancarias y burs�tiles que afectan o han afectado a muchos pa�ses. Ni los gobiernos ni los organismos financieros internacionales, desde la desaparici�n de los tipos de cambio fijos y del patr�n oro, han podido hallar una salida al surgimiento de estas crisis.

Se�ala que la crisis financiera internacional que afect� a la econom�a entre mediados de 1977 y principios de 1999, que empez� en el Asia, pas� por Rusia y lleg� hasta Brasil, as� como el efecto tequila que golpe� a M�xico y Argentina en 1994-1995, fueron producto de la interacci�n de las deficiencias de las pol�ticas nacionales y las del sistema financiero internacional.

En quinto lugar, es fundamental presentar informaci�n relativa a los efectos y problemas que genera y/o profundiza la globalizaci�n financiera.

Sobre el particular, se sostiene(66) que la globalizaci�n financiera tiene efectos sociales muy negativos, especialmente en los momentos en que las crisis financieras globales se presentan.

As�, en primer t�rmino, los flujos de capital no se dirigen a los pa�ses a los cuales, de acuerdo a la teor�a econ�mica convencional, tendr�an mayor productividad marginal, sino a aquellos en los que la posibilidad de hacer buenos beneficios es m�s segura. Este criterio de selecci�n de los pa�ses destinatarios de la inversi�n deja a los pa�ses en v�as de desarrollo al margen del capital que requieren para su crecimiento.

En segundo t�rmino, estos pa�ses tambi�n resultan seriamente perjudicados ya que los flujos privados de capital que ingresan en los mismos los abandonan r�pidamente frente a situaciones de incertidumbre o por contagio de los problemas de otros pa�ses.

De esta manera, los efectos recesivos que generan estas masivas salidas de capital sobre las econom�as emergentes han sido en la mayor�a de los casos devastadores socialmente debido a que las repetidas crisis financieras no son patolog�as misteriosas que afecten a una econom�a mundial con buena salud, sino que por el contrario revelan, en el plano monetario (tasas de cambio), crediticio (sistema bancario) y en las bolsas, la existencia de contradicciones que hunden sus ra�ces en los propios cimientos del sistema econ�mico y que la liberalizaci�n y la desregulaci�n han agravado m�s todav�a.

Ibarra(67), destaca la profundizaci�n de varios problemas derivados de la globalizaci�n financiera, como resultado del marcado contraste entre el avance de la liberaci�n de mercados y el rezago de las instituciones de car�cter nacional y supranacional de regulaci�n, a saber:

i) Oscilaciones profundas y frecuentes en los tipos de cambio, que rompen la anterior normalidad de los sistemas del patr�n oro y de Bretton Woods. De otra parte, la volatilidad de los flujos financieros acrecienta la fragilidad de los sistemas nacionales y la vulnerabilidad igualmente nacional a shocks externos o acontecimientos de origen for�neo. Los dos hechos constituyen causa de desequilibrios macroecon�micos, cuyos efectos escapan del control de los gobiernos y bancos centrales, creando inclusive dificultades de tipo general que se extienden a varios pa�ses (ejemplo tequila o crisis asi�tica);

ii) Corrientes ascendentes del financiamiento externo que no se orientan a la ampliaci�n de la inversi�n y la planta productiva de los pa�ses receptores, sino a la obtenci�n de ganancias o intereses extraordinarios de corto plazo. De cierta manera se forma una nueva clase de rentismo cosmopolita proclive a la especulaci�n, encabezada por instituciones privadas (fondos de pensi�n y ahorro, compa��as de seguros, bancos de inversi�n), cuyo inter�s radica en optimizar rendimientos antes que generar nuevas producciones reales. Al mismo tiempo, la ola de privatizaciones de empresas p�blicas ha generado corrientes importantes de inversi�n extranjera, �tiles desde la �ptica del mejoramiento de la eficiencia y del financiamiento de los pagos externos de corto plazo, pero que igualmente no contribuyen a expandir las capacidades productivas de los pa�ses beneficiarios. Adem�s, la transferencia neta de ahorros de las naciones desarrolladas al Tercer Mundo no resulta en promedio demasiado significativa, existiendo asimetr�as considerables en su distribuci�n por pa�ses;

iii) Elevaci�n de las tasas de inter�s a niveles sin precedente, superando los ritmos de crecimiento tanto de la econom�a mundial como de los pa�ses. Adicionalmente, los intentos de esterilizaci�n de los flujos de entrada en el Tercer Mundo impulsan asimismo al alza a las tasas de inter�s, surgiendo claros efectos contraccionistas de escala mundial y local sobre la inversi�n y el empleo. De esta manera, los desequilibrios financieros ya no provienen solamente de d�ficits fiscales desproporcionados o endeudamientos excesivos, sino de la desalineaci�n de las tasas cambiarias, acrecentada por la volatilidad de los flujos de capitales;

iv) Sistemas bancarios a nivel mundial con p�rdida de capacidad competitiva ante la variedad de innovaciones en las instituciones e instrumentos de financiamiento que se ofrecen en los mercados, lo que les obliga a segmentar a su clientela. El sistema anterior procuraba dar acceso generalizado a los servicios financieros con subsidios cruzados a favor de los clientes menores; en contraste, el sistema emergente privilegia en costo, accesos y prebendas a los ahorradores grandes y empresas, en tanto discrimina al resto de familias y firmas; y,

v) Modificaciones cambiarias relacionadas o desvinculadas a la solidez del sector bancario o a las pol�ticas monetarias definidas, que dan lugar a un ciclo recurrente en los pa�ses en desarrollo. En los per�odos de auge, las entradas de capitales propician explosivos crecimientos del cr�dito bancario, que dif�cilmente las autoridades monetarias pueden esterilizar debido a razones de costos y de manera frecuente por utilizar el tipo de cambio como ancla inflacionaria, provocando que los precios de los activos se eleven desproporcionadamente, hasta que el reflujo del capital externo o los d�ficits de pagos fuerzan un nuevo ajuste cambiario, traducido en elevaciones de las tasas de inter�s, inflaci�n y portafolios de cr�dito incobrables.

Para Garc�a(68) existen trabajos muy rigurosos que cuestionan la globalizaci�n financiera y que revelan, de manera emp�rica, importantes problemas que introducen serios motivos de preocupaci�n:

1) la liberalizaci�n ha propiciado una relocalizaci�n mundial del capital, pero con el desplazamiento de recursos netos hacia los pa�ses m�s desarrollados, con la peculiaridad a�adida de que los dirigidos hacia los pa�ses menos desarrollados exhiben una mayor volatilidad;

2) el proceso de diversificaci�n internacional de las carteras de inversi�n no se ha producido; por el contrario, hay un sesgo importante de las mismas hacia los respectivos activos nacionales;

3) se advierte una elevada correlaci�n entre el ahorro nacional y las tasas de inversi�n nacionales inconsistente con la idea de una integraci�n financiera que sobrepase los l�mites de las fronteras nacionales;

4) el incremento de oportunidades para prestamistas y prestatarios ha crecido de forma asim�trica, lo que eleva las oportunidades de colocaci�n del ahorro y, por tanto, favorece a los primeros, pero sin evidencia emp�rica de una ca�da en los costos para los segundos;

5) el desarrollo de nuevos productos financieros ha sido espectacular, sobre todo en el caso de los productos derivados, pero su empleo no s�lo ha permitido obtener en t�rminos te�ricos, una cobertura m�s adecuada del riesgo, sino tambi�n incrementar el riesgo sist�mico del sistema financiero internacional, desarrollar estrategias especulativas contra los sistemas de cambio y, en definitiva, les ha convertido en factor explicativo fundamental de las crisis cambiarias;

6) la liberalizaci�n financiera ha incrementado la fragilidad del sistema financiero internacional, coadyuvando al desencadenamiento y profundizaci�n de los episodios de crisis bancarias, cambiarias y financieras;

7) el proceso de liberalizaci�n no ha tra�do los resultados previstos en el comportamiento de la inversi�n, ni en el del crecimiento y el desarrollo econ�mico (con la excepci�n de algunos pa�ses del este y sudeste asi�tico);

8) el efecto �disciplinario� de la liberalizaci�n sobre el comportamiento de los gobiernos ha sido claro; menos evidente es determinar si este resultado ha sido positivo (por su direcci�n) e incluso si es leg�timo, en la medida en que preconiza una pol�tica econ�mica neocl�sica que ha generado, desde una perspectiva planetaria de la econom�a, elevados niveles de desempleo y subempleo, como tambi�n ha retardado el crecimiento, incrementado la desigualdad en la distribuci�n del ingreso y la riqueza y minado las bases del llamado estado de bienestar (en los pa�ses m�s desarrollados) e impedido incluso su surgimiento (en los menos desarrollados);

9) el proceso de liberalizaci�n ha dado lugar, en algunas de las econom�as menos desarrolladas que se han visto beneficiadas por un flujo neto de capitales (por ejemplo, el este y el sudeste asi�tico), a un proceso de sobrepr�stamo y sobreinversi�n que ha sido uno de los elementos explicativos determinantes de las debilidades financieras de estas econom�as y, por tanto, uno de los desencadenantes de las crisis que han padecido por la generaci�n de un ciclo augedepresi�n;

10) de forma complementaria a lo expuesto en el punto anterior, el proceso de sobreendeudamiento externo introduce una externalidad negativa provocada porque la prima de riesgo-pa�s es una funci�n creciente del endeudamiento externo agregado; el sobreendeudamiento incrementa la prima de riesgo-pa�s para el conjunto de la econom�a y, por tanto, abre una brecha entre el costo marginal privado y el costo marginal social de recurrir a endeudamiento exterior;

11) la liberalizaci�n ha provocado la puesta en escena de la llamada trilog�a imposible: un tipo de cambio fijo (o sometido a alg�n tipo de acuerdo cambiario), una pol�tica monetaria independiente y la plena movilidad del capital son tres objetivos inalcanzables a la vez. Cualquier par de ellos es posible, pero todo intento de conseguir los tres provoca, de manera inevitable, una crisis cambiaria, y

12) por �ltimo, la liberalizaci�n de los mercados financieros puede reducir el bienestar en aquellas econom�as que, como consecuencia de la apertura de sus mercados, se enfrenten a tasas de inter�s externas m�s vol�tiles.

Bueno(69) destaca que la globalizaci�n financiera ha generado un riesgo a escala internacional, denominado �riesgo sist�mico�, que se desarrolla en dos etapas. En primer lugar, se desencadena la turbulencia a causa de la especulaci�n, cuya potencia se amplifica bajo el efecto de los nuevos instrumentos financieros. Posteriormente la onda de choque se propaga al conjunto del sistema financiero mundial. Esta propagaci�n se produce por medio de �efectos contagio�, toda vez que los mercados financieros actuales est�n muy interconectados. Este proceso de repercusiones en cadena se expande por los comportamientos de �tipo mim�tico�, muy frecuentes en los mercados financieros: los corredores no juzgan las situaciones en funci�n de sus propios criterios sino conjeturando sobre los de los dem�s. De esta manera, hechos o situaciones que nada tienen que ver con la coyuntura financiera de un pa�s pueden originar una crisis.

Particular sobre el cual afirma Raghavan(70): �Una de las consecuencias m�s destacadas de la globalizaci�n financiera ha sido una serie de crisis muy costosas, en M�xico, Tailandia, Indonesia, Corea del Sur, Rusia, Argentina, Turqu�a y muchos otros pa�ses�.

En sexto lugar, es necesario conocer si el sistema financiero internacional tiene la capacidad de enfrentar los cambios anotados, especialmente en funci�n de que la globalizaci�n financiera aumenta el riesgo y la volatilidad en los mercados financieros internacionales y, de no ser as�, que propuestas se han realizado para lograr tal fin.

Sobre el particular, Campod�nico y Chiriboga(71) manifiestan que a diferencia de los sistemas financieros nacionales, el sistema financiero internacional no cuenta con instrumentos de regulaci�n adecuados que eviten la especulaci�n, volatilidad y el comportamiento err�tico de los capitales de corto plazo. M�s todav�a, con la globalizaci�n y apertura de las cuentas de capitales de la Balanza de Pagos, se carece de reglamentaci�n internacional para las transacciones de estos capitales en los mercados de divisas, burs�tiles y financieros. Ni el Fondo Monetario Internacional ni el Banco de Pagos Internacionales poseen esta atribuci�n. Los citados capitales se mueven en tiempo real y cubren el planeta en su conjunto, tanto en los mercados de divisas (m�s de 1.5 billones de d�lares diarios, de acuerdo al FMI), como en los mercados de bonos y burs�tiles. Adicionalmente, han aumentado en los �ltimos a�os las colocaciones en los mercados emergentes de los inversionistas institucionales (fondos mutuos y fondos de pensiones), mismos que se caracterizan por su mezcla de altas ganancias y riesgos y, consecuentemente, elevada volatilidad; constituy�ndose �ste en uno de los problemas b�sicos que preocupan a la nueva arquitectura financiera internacional.

Tampoco existe, se�alan, en el sistema monetario y financiero internacional un prestamista de �ltima instancia, lo que si ocurre a nivel nacional. Efectivamente, uno de los objetivos de los Bancos Centrales de los pa�ses es el relativo a fortalecer y evitar la crisis de los sistemas financieros nacionales, para lo cual tienen la facultad de adoptar las decisiones pertinentes; sin embargo, no se dispone de un Banco Central Internacional, que disponga de la legislaci�n y recursos suficientes para actuar frente a las crisis que afecten a uno o m�s pa�ses.

Naredo(72) anota:

Las instituciones de Bretton Woods resultan a todas luces inadecuadas para reconducir la presente situaci�n. Hemos visto que el Fondo Monetario Internacional sirve para apretar las clavijas a los pobres o para paliar ciertas crisis locales, pero cierra los ojos ante la acelerada expansi�n de la burbuja financiera mundial, que ha alcanzado cotas sin precedentes, generando un riesgo y una polarizaci�n social acrecentados que afectan al conjunto de la sociedad que puede, de la noche a la ma�ana y sin saber por qu� raz�n, ver reducidos sus empleos remunerados, sus ingresos, sus ahorros o sus pensiones. El tratamiento de estos problemas exigir�a de instituciones internacionales que no estuvieran gobernadas por los intereses del capitalismo transnacional, cuyo negocio se apoya en la expansi�n del �dinero financiero� que engrosa la �burbuja� antes se�alada. La reconversi�n del sistema financiero mundial se muestra as� dram�ticamente irrealista, al no existir ni la voluntad, ni las instituciones capaces de practicarlo. Har�a falta una conferencia internacional como la de Bretton Woods que discutiera el modo de poner coto a la expansi�n del �dinero financiero� para reconstruir sobre bases diferentes el sistema financiero mundial, con nuevas reglas del juego e instituciones capaces de gestionarlo desde puntos de vista m�s elevados que los del negocio de las corporaciones transnacionales y los intereses de los actuales pa�ses beneficiarios. Esto exigir� contar con enfoques y una presi�n social capaces de alterar el v�nculo entre poder y dinero que ha generado la presente situaci�n. Plantearlo ya puede ser el primer paso para conseguirlo.

Ocampo(73) manifiesta que la fase de turbulencia econ�mica, iniciada en Asia en 1997 condujo al reconocimiento de que las instituciones existentes no son adecuadas para enfrentar a la globalizaci�n financiera. No obstante, el debate alrededor de una nueva arquitectura financiera internacional no ha considerado las asimetr�as existentes en el sistema internacional y su agenda tiene que ser ampliada.

Argumenta que el dise�o del sistema financiero internacional tiene que tomar en cuenta los problemas que �ste enfrenta: inestabilidad de los mercados financieros, asimetr�as macroecon�micas y financieras b�sicas de la econom�a internacional y problemas adicionales provocados por la naturaleza incompleta y asim�trica del proceso actual de globalizaci�n.

Propone una distinci�n anal�tica entre los problemas sist�micos, relacionados con la estabilidad econ�mica mundial y los temas centro-periferia, vinculados con la correcci�n de las asimetr�as financieras internacionales existentes. Los primeros se asocian con la volatilidad inherente a los mercados financieros, pero tambi�n con la debilidad caracter�stica de las pol�ticas macroecon�micas nacionales en el mundo de hoy, sin que hasta ahora hayan surgido mecanismos adecuados de coordinaci�n entre las autoridades pertinentes. Las asimetr�as, por su parte, se derivan de que las monedas internacionales son las de los pa�ses industrializados, del reducido tama�o de los mercados de los pa�ses en desarrollo y de su car�cter incompleto (desarrollo limitado de los segmentos de largo plazo, en particular), que implica que una parte de la intermediaci�n financiera tiene que ser hecha mediante el mercado internacional. En estas condiciones, los deudores de los pa�ses en desarrollo est�n obligados a incurrir en riesgos de plazos del financiamiento, de monedas en los cuales est� otorgado, o de una mezcla de ambos.

Plantea una agenda para retomar los marcos institucionales y los servicios que proporcionan las instituciones financieras internacionales. En el primer grupo se incluye la representaci�n apropiada de los pa�ses en desarrollo, un rol activo de las instituciones financieras regionales y una defensa f�rrea de la autonom�a nacional y del �sentido de pertenencia� de las pol�ticas macroecon�micas y de desarrollo. En lo relativo a los servicios que brindan las instituciones financieras internacionales, analiza las dificultades sist�micas y dos temas vinculados a los problemas centro-periferia: la necesidad de dar m�s espacio a las pol�ticas antic�clicas en los pa�ses en desarrollo y la de compensar la concentraci�n de flujos de capitales privados en unas pocas econom�as �emergentes�.

Las propuestas que efect�a respecto del redise�o de la agenda financiera internacional, se exponen a continuaci�n:

i) Para la prevenci�n y soluci�n de crisis financieras debe encontrarse un equilibrio entre el �nfasis que se le da en el actual debate al perfeccionamiento del marco institucional donde operan los mercados (mayores flujos de informaci�n, regulaci�n y supervisi�n prudenciales) y la atenci�n insuficiente que reciben el dise�o de estructuras que garanticen la coherencia de las pol�ticas macroecon�micas de los principales pa�ses industrializados, la provisi�n adecuada de financiamiento de emergencia en �pocas de crisis y la adopci�n de procedimientos adecuados de suspensi�n de pagos con consentimiento internacional y de ordenada renegociaci�n de la deuda externa de econom�as en condiciones cr�ticas;

ii) En el campo del financiamiento del desarrollo, debe priorizarse el aumento de la asistencia oficial para el desarrollo a pa�ses de bajos ingresos, as� como el esencial papel que cumplen los bancos multilaterales de desarrollo en la entrega de recursos a pa�ses de bajos ingresos y medios que no tienen acceso adecuado a los mercados, y en la provisi�n de financiamiento de largo plazo a todos los pa�ses en desarrollo durante los per�odos de crisis, en circunstancias de sequ�a en los mercados privados. Parte importante de estos esfuerzos tiene que estar orientada a facilitar un acceso mayor a los mercados privados de capital, mediante el uso m�s activo de los mecanismos de cofinanciaci�n o de garant�as de los bancos multilaterales de desarrollo.

La provisi�n de un mayor financiamiento de emergencia con fines de desarrollo deber�a ser complementado con un acuerdo internacional nuevo sobre los l�mites de la condicionalidad y el reconocimiento pleno del �sentido de pertenencia� de las pol�ticas macroecon�micas y de desarrollo por parte de los pa�ses;

iii) La arquitectura financiera deber�a consistir en una red de instituciones mundiales y regionales que presten los servicios indispensables de manera complementaria (en esferas tales como el financiamiento de emergencia, la supervisi�n de las pol�ticas macroecon�micas y la regulaci�n y supervisi�n prudencial de los sistemas financieros), en tanto que en otros, sobre todo en el campo del financiamiento para el desarrollo, es preferible un sistema de organizaciones competitivas. En los dos �mbitos existe un espacio amplio para instituciones regionales y subregionales y la falta de atenci�n sobre el rol que deben cumplir estas entidades constituye una de las mayores deficiencias del actual debate; y,

iv) Las pol�ticas nacionales deben mantener un fundamental papel en la prevenci�n de crisis y ciertas �reas deber�an seguir siendo del exclusivo dominio de la autonom�a nacional, especialmente la regulaci�n de la cuenta de capitales y la elecci�n del r�gimen cambiario. Las instituciones regionales y la autonom�a nacional son particularmente relevantes para los participantes con menos influencias en el campo internacional, mismos que se beneficiar�n de la competencia en la provisi�n de los servicios que se les prestan y de contar con mayor libertad de acci�n en un contexto de una oferta imperfecta de bienes p�blicos globales.

El SELA(74) menciona otras propuestas relativas al dise�o de una �nueva arquitectura financiera internacional�:

i) Grupo de Trabajo del Comit� Ejecutivo de Asuntos Econ�micos y Sociales de las Naciones Unidas. Propone reformas en seis temas fundamentales: mayor consistencia de las pol�ticas macroecon�micas a nivel global; reformas del FMI con el objetivo de proporcionar liquidez internacional apropiada en �pocas de crisis; adopci�n de c�digos de conducta; mejores flujos de informaci�n y fortalecimiento de la supervisi�n y la regulaci�n financieras a nivel nacional e internacional; mantenimiento de la autonom�a de las econom�as en desarrollo y en transici�n en el manejo de la cuenta de capitales; incorporaci�n de disposiciones relacionadas a la suspensi�n, con anuencia internacional, del servicio de la deuda externa; y, dise�o de una red de organizaciones regionales que apoyen el manejo monetario y financiero internacional. Se enfatiza en la enorme discrepancia existente entre un mundo financiero internacional cada vez m�s sofisticado y din�mico, con globalizaci�n r�pida de las carteras financieras y la ausencia de un marco institucional capaz de regularlo. Entonces, se trata, de que el sistema financiero internacional sea objeto de una reforma integral, a fin de evitar crisis costosas y a manejarlas de mejor manera cuando ocurran.

ii) Comisi�n Meltzer del Congreso de Estados Unidos. El Congreso de Estados Unidos se ha planteado el papel de los organismos financieros internacionales y de los bancos centrales frente a las crisis financieras. La Comisi�n Meltzer sostiene que las nuevas tareas emprendidas por el FMI en las d�cadas del ochenta y noventa transformaron la entidad de un prestamista de corto plazo para apoyar ajustes de la balanza de pagos, en una fuente de pr�stamos de largo plazo condicionados y de consejo macroecon�mico para desarrollar y transformar a los pa�ses; lo cual ha empobrecido a las naciones dependientes del FMI de manera creciente, dando al FMI un grado de influencia sobre la pol�tica de los pa�ses miembros sin precedente alguno en las instituciones multilaterales. Algunos acuerdos entre el FMI y sus miembros establecen metas y requieren pol�ticas como condiciones para la continuidad de los desembolsos; acuerdos que no aseguraron el progreso econ�mico, m�s bien han socavado la soberan�a nacional y trabado el desarrollo de instituciones democr�ticas responsables que pudieran corregir sus propios errores y adecuar los cambios a las condiciones externas.

En este sentido, la Comisi�n propone varias medidas para reestructurar el FMI: act�e como cuasi prestamista en �ltima instancia para solventar econom�as de pa�ses emergentes necesitados, otorgando liquidez de corto plazo, bajo un mecanismo que evite el abuso de la asistencia de liquidez para respaldar rescates; recoja y publique informaci�n econ�mica y financiera; y, enuncie consejos pero no imponga condiciones relativas a pol�tica econ�mica. No obstante, la Comisi�n aclara que para recibir pr�stamos en una crisis de liquidez, el pa�s deber� cumplir con un m�nimo de normas prudenciales y que los pr�stamos del FMI (o del Banco Mundial) no tienen que ser utilizados para el salvataje de instituciones financieras insolventes, directa o indirectamente, o para proteger de p�rdidas a prestamistas externos.

iii) Consejo de An�lisis Econ�mico del Primer Ministro de Francia. Enfatiza en la necesidad de distinguir en la din�mica financiera, por una parte el pr�stamo en �ltima instancia y por la otra la ayuda condicionada del FMI al financiamiento temporal de la balanza de pagos. Se echa de menos, anota, la soluci�n de Bretton Woods, consistente en localizar al prestamista en �ltima instancia en cada pa�s gracias a los controles de los movimientos internacionales de capitales, m�todo ciertamente s�lido desde la �ptica de la seguridad financiera. Ten�a el m�rito, olvidado actualmente, de no confundir el pr�stamo en �ltima instancia con la ayuda condicionada del FMI al financiamiento temporal de las balanzas de pagos. Sobre todo permit�a no confundir el pr�stamo en �ltima instancia y la garant�a sistem�tica contra las p�rdidas acordada por el FMI a los intereses financieros conjugados de los grupos dirigentes de los pa�ses deudores y los bancos acreedores, en detrimento de la poblaci�n de los pa�ses deudores, que pagan el costo social. Esta garant�a se ha convertido en doctrina del FMI en la d�cada del noventa. La pr�ctica de los gobiernos de algunos de los pa�ses emergentes consiste entonces en transformar toda crisis de liquidez en crisis general de solvencia, a nacionalizar los problemas financieros y a llamar al FMI una vez que la situaci�n es desesperada, lo cual obliga al Fondo a aportes desmesurados.

Bustelo(75) se refiere a la construcci�n de una nueva arquitectura financiera internacional para enfrentar los problemas de la globalizaci�n financiera, con los siguientes objetivos:

i) Mejora y mayor coordinaci�n de las pol�ticas macroecon�micas (especialmente monetaria y cambiaria) en los pa�ses desarrollados.

ii) Regulaci�n internacional de los sistemas financieros nacionales y de los flujos internacionales de capital.

iii) En caso de inminencia o estallido de una crisis, suministro sin demoras de una liquidez adecuada en condiciones razonables.

iv) En caso de suspensi�n de pagos, disposiciones de moratoria o congelaci�n temporal del servicio de la deuda y de liquidaci�n ordenada de la deuda.

Griffit-Jones(76) habla de:

Necesidad a nivel internacional de garantizar la transparencia y reglamentaci�n apropiadas de los mercados internacionales de pr�stamos financieros y de capital, para que puedan suministrar suficiente liquidez oficial internacional en condiciones de tensi�n o crisis, para que logren establecer mecanismos para solucionar, de forma ordenada, las frenadas de la actividad econ�mica y problemas de deudas a nivel internacional, y tambi�n para crear los mecanismos apropiados para lograr suficiente financiamiento para el desarrollo. Garantizar la transparencia y reglamentaci�n apropiada ayudar�a a prevenir las crisis, que son muy costosas en t�rminos sociales, financieros y de desarrollo. Suministrar liquidez oficial internacional en tiempos de crisis y establecer mecanismos para resoluciones ordenadas de las deudas ayudar�a a manejar mejor las crisis, volvi�ndolas menos costosas, especialmente para los pobres en los pa�ses en v�as de desarrollo. Crear mecanismos apropiados para el financiamiento del desarrollo ayudar�a a canalizar los flujos p�blicos a los pa�ses de bajos ingresos, brindar financiamiento c�clico a largo plazo a los mercados emergentes cuando se secan los flujos de fondos privados, y ayudar�an a financiar los bienes p�blicos globales.

En el Consenso de Monterrey sobre la reforma a la arquitectura financiera internacional, se manifiesta(77):

53. Se est� llevando una importante labor internacional para reformar la arquitectura financiera internacional. Es necesario que esta labor contin�e y se caracterice por una mayor transparencia y por la activa participaci�n de los pa�ses en desarrollo y con econom�as en transici�n. Uno de los principales objetivos de la reforma es aumentar la financiaci�n para el desarrollo y la erradicaci�n de la pobreza. Reafirmamos nuestro compromiso de mantener sectores financieros s�lidos en nuestros respectivos pa�ses, que hacen una gran contribuci�n a la labor de desarrollo nacional, como elemento importante de una arquitectura financiera internacional que respalde el desarrollo.

54. La firme coordinaci�n de las pol�ticas macroecon�micas de los principales pa�ses industriales tiene importancia cr�tica para aumentar la estabilidad mundial y reducir la inestabilidad de los tipos de cambio, que son indispensables para estimular el crecimiento econ�mico y contar de manera previsible con m�s recursos financieros para los pa�ses en desarrollo y los pa�ses con econom�as en transici�n.

55. Las instituciones financieras multilaterales, en particular el Fondo Monetario Internacional, deben seguir asignando alta prioridad a la determinaci�n y prevenci�n de posibles crisis y al fortalecimiento de los cimientos de la estabilidad financiera internacional. A este respecto, recalcamos la necesidad de que el Fondo refuerce m�s sus actividades de vigilancia de todas las econom�as, prestando especial atenci�n a las corrientes de capitales a corto plazo y sus consecuencias. Alentamos al Fondo Monetario Internacional a que establezca sistemas de vigilancia y alerta temprana bien estructurados para facilitar la detecci�n oportuna de s�ntomas de vulnerabilidad externa y a que coordine estrechamente su labor con las instituciones u organizaciones regionales pertinentes, incluidas las comisiones regionales de las Naciones Unidas.

56. Subrayamos la necesidad de que las instituciones financieras multilaterales, al proporcionar asesoramiento sobre cuestiones normativas y apoyo financiero, tomen como base los programas nacionales de reforma que est�n bien fundados y con los cuales se hayan identificado los pa�ses respectivos, que tengan en cuenta las necesidades de los pobres e incluyan medidas para reducir la pobreza; asimismo, esas instituciones deben tomar en consideraci�n las necesidades especiales y la capacidad de ejecuci�n de los pa�ses en desarrollo y los pa�ses con econom�as en transici�n, con miras a fomentar el crecimiento econ�mico y un desarrollo sostenible. Al prestar ese asesoramiento, deben tener presentes los costos sociales de los programas de ajuste, que deber�an dise�arse de manera de reducir al m�nimo sus repercusiones negativas en los segmentos vulnerables de la sociedad.

57. Es indispensable asegurar la participaci�n eficaz y equitativa de los pa�ses en desarrollo en la formulaci�n de normas y c�digos financieros. Tambi�n es indispensable asegurar el cumplimiento de esas normas y c�digos de manera progresiva y voluntaria a fin de reducir la vulnerabilidad de los pa�ses a las crisis financieras y al efecto de contagio.

58. Al evaluar el riesgo soberano, el sector privado deber�a aplicar en la mayor medida posible par�metros rigurosos, objetivos y transparentes. La disponibilidad de datos y an�lisis de buena calidad puede facilitar esta labor.

59. En vista de las consecuencias de las crisis financieras o el riesgo de contagio para los pa�ses en desarrollo y con econom�as en transici�n, sea cual fuere su tama�o, subrayamos la necesidad de que las instituciones financieras internacionales, en particular el Fondo Monetario Internacional, cuenten con un conjunto adecuado de servicios y recursos financieros para responder oportunamente y en forma apropiada, de conformidad con sus respectivas pol�ticas. El Fondo Monetario Internacional dispone de una serie de instrumentos adecuados y su situaci�n financiera es s�lida. La l�nea de cr�dito para imprevistos es un importante indicador de la fortaleza de las pol�ticas nacionales y una salvaguardia contra el contagio en los mercados financieros. Se deber�a seguir estudiando la necesidad de asignar derechos especiales de giro. A este respecto, tambi�n destacamos que es preciso la influencia estabilizadora de los fondos de reserva regionales y subregionales, las disposiciones sobre canjes (swaps) y mecanismos an�logos que complementan la labor de las instituciones financieras.

Finalmente, en s�ptimo lugar, es indispensable conocer sobre los avances y resultados de la reforma financiera internacional.

Al respecto, Ocampo(78) sostiene que la reforma financiera internacional ha sido un proceso lento e incompleto con resultados limitados debido b�sicamente a la ausencia de una agenda clara y consensuada; constituyendo prueba de ello, a criterio de ANEC-AEALC(79), el hecho de que el sistema monetario y financiero conserva los rasgos esenciales predominantes en la d�cada del noventa: persistencia de la volatilidad de tasas de inter�s y tipos de cambio; incertidumbre acerca de la evoluci�n de los mercados financieros; incompetencia de los organismos financieros internacionales para prevenir eventuales crisis; ausencia de mecanismos efectivos para controlar la extrema movilidad de los flujos de capitales; presiones para el pago del servicio de la deuda; y, poca efectividad de las pol�ticas econ�micas nacionales para superar la vulnerabilidad externa y conseguir metas de desarrollo econ�mico y social.

En la Agenda de Barcelona para el Desarrollo 2004(80) se sostiene:

Los acuerdos financieros internacionales no est�n funcionando bien. Los pa�ses pobres contin�an alejados de los flujos financieros privados y los niveles de ayuda oficial siguen siendo insuficientes. Los flujos de capital privado a los pa�ses de renta media son muy vol�tiles, y esta volatilidad tiene muy poca relaci�n con los fundamentos econ�micos de los pa�ses receptores. Los shocks sist�micos sobre la balanza de capitales contin�an siendo comunes, y el contagio golpea cada vez m�s a pa�ses con pol�ticas econ�micas s�lidas. La ra�z del problema es la ausencia de mercados e instrumentos que permitan un reparto del riesgo m�s eficiente entre pa�ses. Las instituciones financieras multilaterales no hacen bastante para superar estos fallos de los mercados financieros privados. Adem�s, la consideraci�n del "riesgo moral" como causa principal de las crisis financieras ha desviado la atenci�n de otros elementos de inestabilidad. El debate sobre la reforma de la arquitectura financiera internacional ha producido pocos resultados tangibles. Una de las razones podr�a ser los pa�ses en desarrollo est�n infrarepresentadas en el proceso de toma de decisiones de las instituciones financieras multilaterales. La asignaci�n de votos en los consejos de estas instituciones es un reflejo del pasado y tiene poco que ver con el peso actual de los pa�ses en la econom�a mundial. En resumen: la reforma de las instituciones financieras internacionales deber�a ser una prioridad, tanto para los pa�ses ricos como para los pobres.

Tan(81), en su exposici�n sobre "El Nexo entre las Finanzas y el Comercio: Desaf�os Sist�micos" efectuada en el Tercer Di�logo de Alto Nivel sobre Financiaci�n para el Desarrollo que tuvo lugar del 23 al 25 de octubre de 2007 en Nueva York, anota:

La regulaci�n internacional contin�a siendo d�bil en el �rea de las finanzas internacionales donde han sido escasas las acciones colectivas globales orientadas a minimizar el contagio financiero y supervisar las operaciones de las instituciones y mercados financieros. A pesar del riesgo cada vez mayor de que se produzcan crisis financieras transfronterizas, se ha registrado una escasa supervisi�n global de las pol�ticas financieras internas de las econom�as m�s relevantes a nivel mundial o de los flujos financieros transfronterizos por parte de actores financieros no estatales. Una vez m�s, esto se atribuye a la renuencia de las econom�as industrializadas � y de los actores financieros privados con sede en estos pa�ses � a someterse a una vigilancia multilateral de sus pol�ticas y actividades financieras.

La falta de normas multilaterales en materia de flujos financieros y monetarios internacionales constituye una gran preocupaci�n para los pa�ses en desarrollo debido a que los mismos son altamente vulnerables a los shocks financieros externos que pueden resultar m�s nocivos que los shocks comerciales. Las fluctuaciones imprevisibles en el tipo de cambio de las monedas dominantes en las transacciones internacionales podr�an alterar la posici�n de los pa�ses en desarrollo en las negociaciones y afectar la competitividad de sus exportaciones o el valor de los insumos importados, conduciendo a restricciones de la balanza de pagos. Los pa�ses tambi�n podr�an enfrentar problemas de balanza de pagos cuando se producen aumentos imprevistos en las tasas de inter�s en las monedas principales, lo cual podr�a tambi�n incrementar las obligaciones relativas al servicio de la deuda de los pa�ses cuya deuda externa hubiera sido contra�da en dichas monedas.

Los problemas de balanza de pagos tambi�n llegan a agravarse cuando se genera una crisis financiera como consecuencia de una liberalizaci�n financiera mal gestionada. La reducci�n de las reservas en moneda extranjera como resultado de la repentina salida de capitales ante una crisis financiera y la consiguiente devaluaci�n de la moneda que se produce con frecuencia, limita la capacidad de los pa�ses para financiar las importaciones y aumenta los costos del servicio de la deuda. Esto se ve empeorado tanto por la ausencia de mecanismos internacionales de reestructuraci�n de la deuda que permitan a los pa�ses suspender las obligaciones relativas al pago de la deuda frente a una crisis como por la falta de financiaci�n oficial anti-c�clica que pueda ofrecer liquidez a los pa�ses que enfrentan tales shocks de balanza de pagos.

La ca�da en la demanda de importaciones de los pa�ses que atraviesan crisis financieras tiene un impacto sobre sus socios comerciales dado que se produce una baja en la demanda de productos b�sicos y otros insumos industriales adem�s de productos de consumo. Por lo tanto, la estabilidad financiera mundial afecta al comercio de los pa�ses directamente involucrados en las crisis financieras as� como tambi�n a otros pa�ses, teniendo finalmente un impacto sobre el crecimiento del comercio mundial en general. El ajuste en materia de pr�stamos a nivel mundial tambi�n podr�a dificultar los flujos comerciales dado que una reducci�n de la actividad econ�mica en los pa�ses industrializados y mercados emergentes puede conducir a una disminuci�n en la demanda de insumos industriales, incluyendo productos b�sicos, que constituyen los principales productos de exportaci�n de muchos pa�ses en desarrollo de bajo ingreso. Todo esto posteriormente tiene un impacto sobre la capacidad de los pa�ses para generar recursos que les permitan atender sus necesidades sociales y econ�micas.

La ausencia de un amplio marco internacional para resolver las crisis financieras sist�micas constituye por lo tanto una barrera considerable para alcanzar las metas de desarrollo acordadas internacionalmente. Adem�s de la mencionada ausencia de mecanismos de reestructuraci�n de deuda, regulaci�n multilateral de pol�ticas macroecon�micas y reg�menes cambiarios, tambi�n es escasa la regulaci�n de los nuevos instrumentos financieros, como por ejemplo los fondos de cobertura, cuyas actividades pueden llegar a tener un impacto global. En la actualidad tampoco se cuenta con ning�n marco internacional que regule las transacciones de capital a trav�s de las fronteras, con derechos y obligaciones claramente definidos tanto para los pa�ses receptores como proveedores y para los deudores y acreedores internacionales.

Las actuales propuestas incrementales para reformar las instituciones que ocupan una posici�n central en la arquitectura financiera internacional, a saber el FMI y el Banco Mundial, ser�n de poca utilidad para revertir los problemas financieros sist�micos en tanto los grandes pa�ses desarrollados no resulten obligados por las pol�ticas de estas instituciones. Si bien es bienvenido el proceso de reforma que est� teniendo lugar en el FMI tendiente a aumentar la voz y representaci�n de los pa�ses en desarrollo dentro del Fondo, es improbable que los resultados logren reformar fundamentalmente la estructura de gobernabilidad de la instituci�n, otorg�ndole autonom�a suficiente con respecto a sus principales accionistas. Tampoco habr�n de propiciar un cambio sustancial en su mandato que permita al Fondo ejercer un control significativo sobre las transacciones de capital a nivel internacional, la supervisi�n de los tipos de cambio o las balanzas de pagos y las posiciones de las divisas de los pa�ses miembros no prestatarios.

A causa de estos problemas persistentes, el impulso pol�tico generado por la Conferencia de Monterrey en el a�o 2002 no ha sido aprovechado para abordar los problemas sist�micos del comercio y las finanzas. La reforma de la arquitectura comercial y financiera internacional contin�a siendo dependiente de los intereses pol�ticos y las prioridades econ�micas de los pa�ses desarrollados a�n cuando la reforma resulta necesaria para evitar que grandes poblaciones alrededor del mundo caigan en la trampa de la pobreza y la inestabilidad econ�mica con consecuencias para el bienestar social y la sustentabilidad ecol�gica.

Para poder llegar a cumplir con los objetivos de Monterrey se hace necesaria una amplia reformulaci�n de los mecanismos del comercio internacional y de la gobernabilidad financiera que implique mucho m�s que ocuparse de simples detalles. Esto incluye el dise�o de un sistema de gobernabilidad econ�mica multilateral que presente una mayor coherencia entre los reg�menes comerciales y financieros y un mejor equilibrio entre las obligaciones de los pa�ses desarrollados y en desarrollo, a sabiendas de las diferentes etapas del desarrollo en que se halla cada pa�s. Solo de esta forma podremos contar con una financiaci�n para el desarrollo que resulte eficaz.